Ir a comer a El Pardo, siempre ha sido signo de exquisitez.
Antigua residencia de invierno de los Reyes de España, ya desde Alfonso XI, es un lugar privilegiado donde el contacto con la naturaleza es un manjar de dioses y la gastronomía que ofrece es la sublime degustación de lo que generosamente regala el monte, que no es poco. El Pardo al abrigo de pinares.
“El Faro” – decimos- combina este doble gusto:
La calidad de sus platos- entre los que destacan carnes, el cordero, cochinillo, gamo y jabalí, sin olvidar nuestros arroces, con un entorno estimulador de los sentidos. Cincuenta años dando de comer, a gusto, haciendo de cada plato arte de yantar. El Pardo, en fin, es una bendición de la naturaleza. En este monte que se extendió desde los tiempos de Fernando IV y que hoy, dos largos siglos después, sigue siendo el lugar de esparcimiento, disfrute, y –por que no- de degustación, sabor a gloria.